La Barrosa de Abejar
ABEJAR
Se celebra el Martes de Carnaval
Ritos táuricos y representación iniciática
- • Fiesta declarada de Interés Turístico Regional
- • ABEJAR
En Abejar, población considerada como la puerta de Pinares, se celebra el Martes de Carnaval "La Barrosa", un viejo ritual de origen incierto. Lo protagonizan dos mozos, quintos del año, ataviados de manera singular y portando un armazón que emula a un toro. A lo largo del día escenifican secuencias de viaje iniciático, muerte y resurrección. El ciclo sagrado de la vida a través de liturgias y gestos que se pierden en la noche de los tiempos.
El hecho de mantener la localidad cierto equilibrio demográfico y lo intempestivo de la fecha, ha favorecido que este curioso rito pudiera llegar intacto hasta nuestros días. La fiesta sigue teniendo un carácter relativamente íntimo para los vecinos, aunque cada vez es más conocida y suscita el interes de curiosos y turistas.
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La Barrosa y los barroseros
La Barrosa es una representación táurica (toro o vaquilla) confeccionada con un armazón de madera cubierto con lienzos blancos. Lo porta sobre sus hombros uno de los mozos o barroseros, sobresaliendo su cabeza por una abertura del artilugio. En la parte delantera una simpática cara de toro luce en su frente una escarapela o cachirulo de colores, además de los correspondientes cuernos, que sí son auténticos. En los laterales penden cintas y escarapelas de colores; en la trasera, el rabo y varios cencerros en el interior que acompasarán con su tintineo los movimientos de La Barrosa.
Por su parte, los barroseros visten camisa y calzón blanco con con faja y corbata rojas, y van tocados con sombrero negro de ala ancha cuya copa rodea un lazo, también rojo. Completan el atuendo botas y polainas negra. Además, quien no acarrea "La Barrosa" porta en una mano una cesta para las donaciones y en la otra una fusta o látigo (llamado zurriago), hoy para espantar a la muchachada y antaño símbolo de autoridad por un día.
El ciclo de un día
Así ataviados, Barrosa y barroseros recorrerán la población casa por casa recogiendo donativos de los vecinos que servirán posteriormente para comunal pitanza de los quintos del año. En otro tiempo, tenían incluso costumbre de embestir por la calle a quienes no eran de su agrado. Hasta se atrevían a sacar al cura a cornadas de la iglesia, o irrumpir en un pleno del Consistorio local para acometer a los presentes sin que nadie pudiera rechistar.
Ya por la tarde, tras la puesta de sol y cometidas toda suerte de tropelías, se dirigen al salón del ayuntamiento donde se cita todo el vecindario en un ambiente festivo y carnavalesco. La Barrosa dará entonces tres vueltas al recinto antes de caer abatida por varios cazadores que simulan sus disparos con salvas al aire. Los cuerpos inertes de Barrosa y barroseros son trasladados sobre tableros por jóvenes de la localidad a un pequeño recinto anexo. Sus cuerpos son regados generosamente con vino, empapando a los concelebrantes que se encuentran debajo. Pasado un momento, los difuntos reaparecerán resucitados ante la comunidad que celebrará con júbilo el milagro.
Tras baile y fiesta tendrá lugar el último acto ritual del día: la cena comunal de los mozos. Allí, todos ellos beben vino de una enorme crátera de cerámica que pasa de mano en mano. Ninguna mujer puede participar ni estar presente, y aunque en los últimos años hubo intentos para erradicar tal discriminación, todos han sido en vano. Es más, para el ágape solo se consumen productos que no exijan cocción, pues este proceso suele asociarse al trabajo femenino, evitando así una posible "contaminación". La vuelta a casa y la espera de un año para el reencuentro cerrará el ciclo una vez más.