La mora encantada en Trévago
Leyendas de la villa de Trévago, "La mora encantada"
UBICACIÓN DEL RELATO Trévago
≈ Por SANTIAGO LÁZARO
Aquí sí que surge la leyenda con todos los brillantes atavíos aderezados por poética fantasía. Un castillo moruno, un prisionero, un amor.
Fuerte cadena de castillos defendían los pasos y puestos fáciles de la Sierra del Madero.
Moros y cristianos se disputaban estos pasos que eran puertas para invadir las cuencas y divisorias del Ebro y del alto Duero.
El castillo de la Villa de Trévago era de los más recios con que contaban los musulmanes que dominaban esta región. Sólidos y macizos torreones, murallones impenetrables, fosos y almenas, todos defendían soberbiamente la residencia y morada interior del alcaide moro que lo poseía.
Era, por aquel entonces, jefe de la mesnada mora un activo y valiente caudillo, cargado de laureles en los campos de batalla, que continuamente emprendía incursiones guerreras en campo cristiano.
En una de éstas trabóse fiera batalla, pues el jefe cristiano no le iba en zaga en valor y acometimiento, pero al fin fueron derrotados los cristianos y cayó prisionero y herido su caudillo.
Encerrado en el castillo de Trévago, pedía la chusma venganza y la ejecución del prisionero.
En lóbrega mazmorra esperaba, maltrecho y sin esperanza su trágico fin y ofrecía a Dios el sacrificio de su vida.
Pero un día, ruido de cadenas y cerrojos, conmovieron su corazón, presagiando el momento fatal.
Mas no fue así. «Unos ojos negrísimos y profundos», que semanas antes habían cruzado sus miradas, aparecieron sigilosamente junto al infeliz cautivo.
Eran los de la hija del alcaide, envuelta en tupidos y ricos velos, que compasiva intentaba consolarle evitando su ejecución inmediata y decretada. En sucesivas visitas de la ilustre mora, surgió el amor entre el cautivo y su hada madrina; se planeó la fuga de los dos; queda ella convertida a la religión cristiana; franqueáronse las puertas y rastrillos, pero al saltar los fosos, una patrulla mora los descubrió, trabándose desesperada lucha, y cayendo el cautivo cristiano alcanzado por los soldados.
La hija del alcaide fue llevada ante su padre, quien enfurecido, porque se afirmó en la fe cristiana, la condenó a la misma pena decretada anteriormente para el cautivo cristiano.
En esto las cosas, y rehechas las fuerzas cristianas, atacaron con brío el castillo de Trévago, lo tomaron por sorpresa y cayeron en su poder prisioneros su alcaide y jefes moros.
Enterados los conquistadores de la tragedia amorosa de la dama mora y de su conversión a la fe de Cristo, la libertaron y respetaron en memoria de su amante, aquel jefe cautivo y cristiano.
Ella pidió al momento clemencia por su padre prisionero, y el alcaide fue enviado a los dominios musulmanes con promesa de no hacer armas contra los cristianos, pero al llegar al campo de los suyos pagó con su vida la derrota y pérdida del castillo de Trévago.
Al saber su hija el trágico fin de su padre se entregó a la vida penitente, retirándose del castillo y del pueblo, guareciéndose en una obscura cueva, a un kilómetro de la villa, en el lugar llamado de las Piedras de la Dehesa, haciendo vida eremítica, prodigando caridades a mendigos y caminantes, nunca se la veía de día y sus salidas eran de noche.
Su alimento eran las pomas de un frondoso manzano al otro lado del río. Pero en una de estas travesías a recoger su fruto, una tormenta inesperada impidió a la mora volver a su cueva, y la puso en tal peligro de perecer, asida al tronco del manzano que tuvo que implorar fervorosamente a la Virgen y ésta la salvó, encargándole edificasen un templo o ermita en su honor.
Al enterarse los habitantes de aquel milagro corrieron al lugar de los hechos y vieron con sorpresa, dibujada en la arena, la imagen de la Virgen salvadora, a la que desde entonces apellidaron Nuestra Señora de Río Manzano, proclamándola como patrona del lugar.
Este relato o leyenda de la mora encantada tiene su origen hasta en el título, en la novela histórico-fantástica de M. Ibo Alfaro, titulada La Bandera de la Vírgen del Monte o La Mora encantada, publicada en 1856, y tiene por escenario y lugar la ermita de esa Virgen en Cervera del Río Alhama patria del autor. Coinciden el título, una ermita de la Virgen, el castillo y la mora encantada.
Nada tendría de extraño que los Trevagueños del siglo pasado aplicasen su relato a su Virgen, ermita y mora.
- Esta leyenda fue cedida a F. Zamora Lucas por su autor, Santiago Lázaro, de su obra manuscrita e inédita Leyendas de la Villa de Trévago.
- • Recopilado y anotado por Florentino Zamora Lucas, Correspondiente de la Real Academia de la Historia.
- • El nombre de los pueblos concuerda con el que era utilizado en la época del texto.