Ermita de Santa Bárbara
En el paraje conocido como Campo de la Verdad
- • Construcción: Siglo XVI
- • Estilo arquitectónico: Gótico
- ➜ SORIA
Situada en lo que fueron las eras de Santa Bárbara, llamado antiguamente Campo de la Verdad, porque en él se llevaban a cabo los desafíos llamados juicios de Dios. Su nombre lo tomó de la ermita de Santa Bárbara, fundada por un caballero francés que tenía por nombre Juan Borgoñón, con ayuda de varios vecinos.
Estuvo adscrita a la parroquia de San Salvador hasta 1999, año en que debido al crecimiento urbanístico de Soria en esta área se decidió construir la nueva parroquia de Santa Bárbara.
Se trata de un pequeño templo rural de dos naves y fábrica de mampostería encalada. A los pies se levanta una sencilla espadaña. Anexo al templo se conserva la que fuera casa del santero que hasta fechas relativamente recientes se encargaba del cuidado del edificio.
Galería Fotográfica
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Un poco de Historia
- • La ermita está dedicada a Santa Bárbara, nacida en Turquía en el siglo III y martirizada por su propio padre, el rey Dióscoro, siendo patrona de los artificieros y los mineros y cuya festividad se celebra el 4 de diciembre. Las tres ventanas que iluminan el interior se construyeron aludiendo a las que según la tradición abriera la propia santa en la torre donde estuvo cautiva y que a su vez hacen referencia a la Santísima Trinidad.
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En el Campo de la Verdad
- • Este paraje que antaño se conocía como "Campo de la Verdad" fue escenario del duelo entre diez caballeros del rey castellano Alfonso VII y diez de rey aragonés y Conde de Barcelona Ramón Berenguer IV para decidir quién era el legítimo propietario de estas tierras. Resultaron vencedores los partidarios de Alfonso. También aquí dio muerte a espada un padre a su hijo que había huido de la batalla de Aljubarrota, quien justificaba este asesinato diciendo "antes que cobarde, muerto".
- Ya durante la Guerra de Independencia, en este lugar fusilaron los franceses a un niño de 12 años que había dado muerte con su cuchillo a un soldado francés; como sucedería también con Pericón, que se enfrentó solo a un escuadrón de coraceros imperiales y cuyo cuerpo pendería de la picota como escarmiento durante varios días.