Maján y el puchero de la verdad
Maján y el puchero de la verdad
(LEYENDAS LUGAREÑAS)
UBICACIÓN DEL RELATO Maján
Hace ya varios años, que en busca de antigüedades, recorrí los pueblos de las Vicarías, y observando que algún anticuario había recorrido los que yo visité, me dirigí al pueblo de Maján, con el único fin de ver si hallaba algún objeto curioso.
Tan pronto como llegué, supe que en casa de la Sra. N había un antiquísimo puchero, que por su extraña forma y abigarrados colores era la admiración de los inteligentes.
Obtenido el correspondiente permiso de la dueña de la casa, pude a mis anchas examinar el célebre puchero, que, colocado en una hermosa hornacina, había en el portal de aquella casa.
Verle y desear poseerle, fue todo uno, así es que propuse a la Señora N me lo enajenase ...
Entonces, con aquella afabilidad propia de los habitantes de Maján, supe que aquel puchero no era de la casa, sino del Municipio, y para ello, el más anciano del pueblo, me contó la historia del puchero de la manera siguiente:
«Hace ya muchos años que Maján posee ese puchero que a Vd. tanto entusiasma, y ni ahora, ni nunca, Maján ha vendido, ni venderá esa prueba fehaciente de las proezas que ejecutaron sus antepasados y mientras el pueblo exista, no saldrá de esta hornacina, más que en las grandes solemnidades del pueblo.
Aquí y en todo el contorno es conocido con el nombre de Puchero de la verdad, y su adquisición fue una prueba del «Real Privilegio de pastos».
Los primeros que trataron de burlarse del «Privilegio» fueron los del pueblo de X, y llegó un día, en que los guardas del término amojonado, cogieron los ganados del alcalde de X, quien no quería pagar el diezmo (como dice el privilegio), ni respetar a los guardas.
Éstos, al verse desobedecidos, rompieron la mano al pastor del alcalde de X, por cierto que hasta hoy es denominado aquel paraje con el nombre de Val de la Muñeca.
El alcalde de X y demás ganaderos acudieron al Sr. Alcalde Mayor de Almazán, pidiendo justicia, mas como sabían que poseíamos el «Real Privilegio de Pastos», trataron de torcer la vara de la justicia en contra nuestra, valiéndose de un sin número de regalos; que pródigamente hacían a todos los amigos del alcalde, y entre ellos hicieron el presente de este puchero repleto de miel riquísima.
Mucho fue lo que trabajaron en contra de Maján, mas el alcalde Mayor de Almazán, al ver el Real Privilegio y enterarse de que una de sus cláusulas autorizaba a los de Maján a diezmar el ganado que entrase a pastar en el término amojonado, no pudo menos de reconocer nuestro derecho, no contentándose tan sólo con declararlo, sino que además entregó al alcalde de Maján este puchero tal cual se lo regalaron los vecinos de X.
Tan pronto como fue un hecho el fallo del alcalde mayor, las autoridades de Maján quisieron hacer partícipes de tanta alegría al vecindario, para lo cual se reunieron en la casa de la Villa, donde el Señor Alcalde regaló a cada vecino un poco de la rica miel del puchero de X y habiendo oído murmurar los vecinos, que el alcalde de Almazán les había regalado un puchero de miel, al verlo repartir comenzaron a exclamar: «pues es verdad, y de aquí el nombre del puchero de la Verdad».
Por esto Maján no puede jamás enajenar este puchero, cacharro que si bien es de barro encierra para nosotros tan preciosa historia, y nunca olvidaremos el «Real Privilegio» y el nombre del puchero de la Verdad, pues con ello consiguieron, nuestros antepasados poder vivir en el pueblo donde nacieron, y para nosotros, es una prueba constante de que el Rey es padre de todos, y de que la vara de la justicia no se torcía en aquel entonces, a las dádivas, regalos, sino que se administraba rectamente, cosa que hoy hace falta creer en esta pobre España».
- Fue publicada esta leyenda, en Tierra Soriana, 5 de marzo de 1910, periódico de Soria. (Ignoro quien fue su autor.)
- • Recopilado y anotado por Florentino Zamora Lucas, Correspondiente de la Real Academia de la Historia.
- • El nombre de los pueblos concuerda con el que era utilizado en la época del texto.