Ruta de los Castros
Por los Castros Célticos del Norte Soriano
La cultura de los castros se desarrolló en el norte de Soria entre los Siglos VI al IV a.C. Este periodo de tiempo corresponde a la Primera Edad del Hierro, edad poco conocida pero es cuando se configuran las primeras formas de ocupación estable y organizada de Soria.
Los castros son recintos fortificados que utilizan emplazamientos naturales estratégicos de fácil defensa. En la actualidad conocemos una treintena. Sus dimensiones son reducidas, una superficie inferior a una hectárea, erigiendo construcciones defensivas en las zonas que no están protegidas por las condiciones naturales, como las típicas piedras hincadas o chevaux-de-frise, es decir, lajas de piedra incrustadas en el suelo para impedir el asalto de la caballería.
A mediados del siglo IV a.C. aproximadamente la mitad de estos castros son abandonados, mientras el resto continúan habitados, aunque impregnados ya de la cultura celtibérica. Antes de esta etapa, las tierras sorianas durante la Edad del Bronce presentaban unas formas de ocupación principalmente al aire libre, de gran movilidad pero escasa fijación al territorio.
Existe una ruta señalizada entre Castilfrío de la Sierra y Gallinero que recorre además los yacimientos de Ventosa y Arévalo de la Sierra. El Castillejo de Castilfrío es un claro ejemplo de este tipo de yacimientos además de contar con un buen acceso.
Castilfrío cuenta, además, con un interesante centro de interpretación sobre "Castros y Pelendones". La muestra consta de una gran maqueta de un castro, 30 réplicas de materiales arqueológicos (bronces, fíbulas, cerámicas, etc.), una banda sonora original y una serie de paneles y carteles. El trabajo ha sido elaborado con la asistencia científica de varios arqueólogos.
Centro de interpretación sobre "Castros y Pelendones"
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Ruta de los Castros Célticos del Norte Soriano
- Longitud Total: 26,200 Km
- Tiempo estimado: 7 horas
- • ITINERARIO
- Castilfrío de la Sierra Los Castillejos (Castilfrío) Puerto de Oncala El Castillejo (Ventosa de la Sierra) Cañada Norte Real Soriana Oriental Torrearévalo Alto de la Cruz Acebal de Garagüeta Castro de los Castillejos (Almarza) Gallinero
Galería Fotográfica
Castro de El Castillejo
Los restos arqueológicos del castro "El Castillejo", se encuentran en el alto de la sierra del Alba. Hincadas en la tierra, lajas de piedra protegían este asentamiento fortificado contra el embate de la caballería. Éste es el último elemento defensivo que conserva en pie este poblado de la Edad de Hierro, que enfrentaba al enemigo un foso y un círculo amurallado de cuatro metros de altura.
Para llegar al castro hay que ir camino de Estepa de San Juan, girando a la derecha cuando llegamos al cruce. Una pista permite el acceso en coche hasta unos 350 metros del yacimiento.
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Un poco de Historia
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Los castros sorianos de la Edad del Hierro
- • Este periodo llamado Primera Edad del Hierro es poco conocido pero en él se configuran las primeras formas de ocupación estable y organizada de este territorio. Antes de esta etapa, las tierras sorianas durante la Edad del Bronce presentaban unas formas de ocupación del medio diversificadas, principalmente al aire libre, pero de gran movilidad y escasa fijación al territorio.
- • La cultura de los castros se desarrolló en el norte de Soria entre los Siglos VI al IV a.C. Son recintos fortificados que utilizan emplazamientos naturales estratégicos de fácil defensa. A mediados del siglo IV a.C. aproximadamente la mitad de éstos son abandonados, mientras el resto continúan habitados, aunque impregnados ya de la cultura celtibérica. Las dimensiones de los castros son reducidas, siendo su superficie inferior a una hectárea, erigiendo construcciones defensivas en las zonas que no están protegidas por las condiciones naturales, como las típicas piedras hincadas o chevaux-de-frise, es decir, lajas de piedra incrustadas en el suelo para impedir el asalto de la caballería.
- • Los materiales hallados en sus excavaciones son en su inmensa mayoría cerámicas, mientras que los hallazgos metálicos, poco frecuentes y generalmente de bronce, lo componen fíbulas, agujas, fragmentos de brazaletes, pasadores, botones, etc. Destaca, en relación con la metalurgia, un posible horno de fundición en El Royo. Entre los ajuares domésticos destacan las fusayolas de barro y las pesas de telar, relacionados con actividades textiles, así como ponderas, fichas cerámicas circulares con perforación central, interpretadas como fichas y bolas de arenisca o arcilla, que pudieron servir para el juego, y los molinos barquiformes y circulares para la transformación de harinas.
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Los castros sorianos de la Primera Edad del Hierro
- • Castillo de las Espinillas (Valdeavellano de Tera), El Castillo (El Royo), El Castillejo (Langosto), El Castillo (Hinojosa de la Sierra), El Puntal (Sotillo del Rincón), Castillo de Avieco (Sotillo del Rincón), Castro del Zarranzano (Cubo de la Sierra), El Castillejo (Ventosa de la Sierra), Alto de la Cruz (Gallinero), Los Castillejos (Gallinero), El Castillejo (Castilfrío de la Sierra), Los Castellares (San Andrés de San Pedro), El Castelar (San Felices), Peñas del Chozo (Pozalmuro), Los Castillejos (El Espino), La Torrecilla (Valdegeña), Los Castillares I (Villarraso), Los Castillejos (Valdeprado), Peña del Castillo (Fuentestrún), El Castillo (Taniñe), El Castillo (Soria), El Castillejo (Valloria), Los Castellares (El Collado), El Pico (Cabrejas del Pinar), Alto del Arenal (San Leonardo), San Cristóbal (Villaciervos), Cerro de la Campana (Narros), El Castillejo (Nódalo) y el Cerro de Calderuela (Renieblas).
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La Segunda Edad del Hierro
- Durante el siglo III a.C, la cultura celtibérica está plenamente formada y la mayoría de los poblados que continuaron su existencia durante el siglo IV a.C, van siendo absorbidos por otros más grandes, como en el caso de los Villares de Ventosa de la Sierra, que concentra en un mismo espacio a la población del valle de Arévalo. Esta concentración demográfica se desarrolla por la progresiva creación de una sociedad de clases, donde las élites guerreras se encargarán de la gestión y distribución de los excedentes, jerarquizando un territorio formado por poblados y granjas que aceptan la imposición de la capital más cercana. Como característica, aparecen ahora poblados con presencia de cerámicas realizadas a torno.
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Poblados de la Segunda Edad del Hierro
- • El Castelar de Arévalo de la Sierra, La Muela de Garray, Los Villares (Ventosa de la Sierra), Torre Beteta (Villar del Ala), Los Cerradillos (Portelárbol), Cerro San Sebastián (Fuentetecha), Transcastillejo (Cirujales del Río), El Castillejo (Omeñaca), o Cerro Utrera (Ventosilla de San Juan), entre otros muchos ejemplos.
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Las oppida arévacas
- Tras el inicial proceso de concentración demográfica del siglo IV, aparecerán las primeras protociudades, a las que llamaremos oppida, como Numancia, Tiermes, Uxama, Voluce, etc., formadas por un amplio territorio organizado, donde también encontramos asentamientos de mediano tamaño, así como castillos que controlan los territorios fronterizos, como el de Ocenilla, Otalvilla (Carbonera de Frentes), Golmayo, Taniñe y San Felices, entre otros, consiguiéndose la uniformidad cultural de la etnia arévaca, cuyo apogeo se centra entre los siglos III y II a.C, hasta que la aparición del poder de Roma vuelva a reorganizar el territorio.